Las iracundas y frenéticas amenazas del ocupante de la Casa Blanca contra el gobierno constitucional de Nicolás Maduro Moros, se han convertido en el disparate de moda de la estrategia catastrofista de la prepotencia imperialista de Estados Unidos.
El catastrofismo se entiende como la catástrofe mundial de la que es promotor el imperialismo global, como respuesta enceguecida y desesperada, al inevitable derrumbe final de las estructuras económica, política y militar como resultado de la crisis sistémica general de la etapa neocolonial, pútrida y parasitaria, última frontera del modo de producción capitalista.
La agudización de las contradicciones económicas, la polarización de clases, las horrorosas desigualdades sociales, las espeluznantes condiciones de miseria, tanto en el “paraíso” de las potencias imperialistas como en las expoliadas, arruinadas y exterminadas semicolonias, países subordinados o Estados fallidos.
Los irreversibles conflictos climáticos y medioambientales; las anomalías estimuladas por el desconcierto, imperfección, la volatilidad y la mundialización del despotismo del mercado, por un lado, y abusivo “financierismo” que opaca el rendimiento productivo, por otro. Las asimetrías de una “hiperconcentración”del ingreso y la riqueza, por una parte, y de penuria y desolación, por otra.
Las condiciones generadas por unas relaciones sociales de producción autoritarias y la monstruosidad del Estado imperialismo que ha depredado el planeta y sometido a la inmensa mayoría de las naciones a la tiranía política, generando la más truculenta explotación de la historia universal en menoscabo las masas proletarizadas en los tiempos modernos.
La tremebunda expansión de los tentáculos de las corporaciones inhumanas y los feroces capitales proliferando en todas las latitudes con áreas y tratados de “libre comercio”, protectores de las desencadenadas y volubles burbujas inversionistas y las licencias que dan inmoral validez jurídica de propiedad, a todo con lo que entre cielo tierra se pueda hacer negocio, y pueda acumular ganancia; concentra y centraliza la monopolización y acaparamiento del patrimonio mundial y de las reservas de recursos naturales planetarios, en una lógica totalitaria unipolar.
El Estado imperialismo en su racionalidad utilitaria irracional ha estrujado los recursos naturales al extremo, atomizado y acorralado a los pueblos de todos los continentes. El despojo de las riquezas minerales, biológicas, hidrocarburos, el agua, las tierras fértiles, las cuencas marinas, del espacio atmosférico, de la conquista del cosmos, el espacio vital y el aire, presiona los últimos territorios de la frontera del orbe.
La dominación imperialista se coloca frente a los pueblos del mundo en situación de hostilidad, aislamiento y tirantez en su locura empuja a la especie humana a un desenlace fatídico.
En este irreconciliable trance se desatan todos los antagonismos de una crisis irreversible del sistema imperialista. He ahí un factor dramático de la época y del momento que atravesamos los pueblos del mundo en general y de América Latina y El Caribe en particular.
Sin embargo el desenlace de la crisis no se puede ver como un macabro apocalipsis. Más por el contrario, es el crisol de la emancipación nacional y social. El camino de la revolución socialista.
Ese es el contexto histórico del período por el que transita el imperialismo yanqui y, el prisma por el que el draconiano aparato estatal del imperialismo dilucida su estrategia hegemónica y terrorista.
Estados Unidos con atroz desplante decreta ilegales edictos señalando a la República Bolivariana y su gobierno legítimo como amenaza extraordinaria e inusual, por lo que el gobierno de Donald Trump ordena se declare emergencia nacional.
Un acto que reedita la embestida y asedio de la anterior administración de Barack Obama. Una práctica de guerra de Washington que infringe las convenciones multilaterales y la Carta de la Organización de las Naciones Unidas.
Atropello a la dignidad del pueblo venezolano y la integridad nacional del Estado independiente de Venezuela, que encarna graves implicaciones a la seguridad internacional y un riesgo real de invasión, en todo caso, una decisión para arreciar la agresión, el cerco mediático y el injerencismo por todos los medios contra el proceso revolucionario venezolano.
La intervención del Departamento de Estado, el Congreso y la CIA es patente y se revela todos los días en la campaña para el desconocimiento de la institucionalidad bolivariana, los procesos democráticos y participativos del pueblo venezolano y la actual Asamblea Nacional Constituyente.
Los ataques terroristas de distinto matiz en franca violación de la soberanía y en quebranto del derecho a la autodeterminación de la nación venezolana, seguirán y mostrarán mayor calado.
La nueva arremetida de la Casa Blanca esgrimiendo las extraterritoriales y arbitrarias sanciones que con su naturaleza ilícita, confirma el trastorno de los cernícalos belicistas, que conducen a la superpotencia al desastre.
Las pretensiones dolosas contra la democracia bolivariana, el gobierno constitucional y el pueblo soberano de Venezuela, demuestran los ruines propósitos de las criminales imposiciones que insultan la integridad de líderes populares, protagonistas del poder originario y soberano representado por las inmensas mayorías.
Una afrenta más a la dignidad del pueblo venezolano y agravio a los pueblos del mundo decretada la administración washingtoniana, desconocimiento la legislación internacional y el hecho político irrefutable de que en la tierra de Bolívar y Chávez manda el pueblo venezolano, donde Trump ni nadie, podrán meter sus garras sanguinarias ni aplazar el curso de la libertad.
El pretoriano rabioso que blande la cachiporra de gendarme universal en su fracasada intentona por encadenar y retroceder a las tinieblas, al libre pueblo venezolano en su ejercicio constituyente, democrático e independiente y que no obedece coacciones ni acepta persecuciones, de hegemón alguno.
¡Cuidado: las Bestias del apocalipsis rebuznan en Washington!
Oscar Barrantes Rodríguez
Círculo Bolivariano Yamileth López
Centro popular Costarricense de Estudios Sociales (CPCES)
San Ramón – Costa Rica
Agosto 10 de 2017